¡Atrévete!

Cuántas veces en la vida nos hemos preguntado «que hubiera pasado si en ese momento hubiese hecho esto en vez de eso otro». Y cuántas veces hemos imaginado futuros alternativos o caminos diferentes por los que hubiésemos transitado si nuestras decisiones hubiesen sido diferentes a las tomadas en su día.

 

Hoy, de nada sirve mirar al pasado para imaginar ese futuro probable, impreciso y, muchas veces, imposible. Lo que cuenta es el «ahora», el presente, lo que somos y lo que tenemos. Que en realidad es mucho.

 

En el mundo de las empresas sucede a menudo que nos enfrentamos a un cruce de caminos o, más bien, a un punto donde se abre la posibilidad de hacer tal o cuál cosa, o no hacerla…

 

🔸¿Amplío la estructura comercial con más personas?

🔸¿Cierro este acuerdo de distribución que parece prometedor?

🔸¿Modifico el packaging de mis productos?

🔸¿Diseño una estrategia de marketing más ambiciosa?

 

 

Dependiendo de tu posición en la organización las preguntas serán diferentes, pero no es fácil imaginar que puedas vivir sin dilemas a poco que tu puesto tenga cierto nivel de responsabilidad. Y, cada vez que te paras a pensar qué decidir, tienes delante de ti una puerta que puedes abrir o cerrar, una abertura que te ofrecerá oportunidades y riesgos o que te los evitará si no la atraviesas.

 

Mi experiencia con empresas y personas -que como es natural es limitada- me ha demostrado que, la mayor parte de la veces, las encrucijadas causan bastante temor, más aún si la decisión conlleva cambios o inversiones de recursos importantes. Temor a fallar, a equivocarse, a poner en riesgo lo que ya se ha consolidado, a perder de vista la costa y nadar hacia nuevos horizontes, como decía William Faulkner.

 

Ese temor es natural, es consustancial a nuestra propia condición humana, de hecho, es casi una cualidad que nos previene y protege ante los riesgos. El problema,  como para los que estamos a diario enfrentándonos a la generación de estrategias de marketing y a la optimización de la relación de nuestras marcas con el mercado, es que no podemos paralizarnos por el temor. Más bien creo que nuestro estado natural es vivir en un estado permanente de alerta, observando los cambios que se producen en el entorno e imaginando múltiples formas para poder servir mejor a nuestros clientes.

 

Todo nos lleva a encontramos siempre con esa encrucijada, esa puerta, esa decisión que tenemos que tomar. El temor tiene que pasar a un segundo plano y tenemos que pensar con la cabeza fría y sin miedos.

 

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Cuantos más años pasan, más convencido estoy de que la gran mayoría de los avances y cambios positivos que ha tenido el hombre a lo largo de la Historia los han protagonizado personas que se han arriesgado a dar un paso cuando todos pensaban que sería un fracaso, una locura.

 

Grandes exploradores, científicos, artistas, inventores, músicos, deportistas, humanistas, emprendedores, personas corrientes…da igual el campo en el que nos fijemos. Detrás de cada avance importante o una innovación siempre ha habido un inconformista, una persona que no ha dudado en arriesgarse para conseguir lo que buscaba.

 

Así se han escrito los grandes cambios de la humanidad.

 

También, podrás pensar, hubo muchos que no lo consiguieron, y es cierto. Para lograr grandes cosas normalmente tienen que suceder muchos reveses y decepciones. Es, amigo, el precio que hay que pagar por el atrevimiento y la osadía.

 

Con todo, no quiero que tengas la sensación de que siempre y en todo momento hay que asumir decisiones peligrosas, todo tiene una medida, pero es una que puedes calibrar y valorar. Y, muchas veces, un riesgo conocido bien vale asumirlo cuando lo que persigues merece la pena.

 

Todo esto que te cuento es porque me da mucha pena ver cómo las personas cada vez son más acomodaticias en las empresas. La mayoría no quieren que peligre su posición, o lo que hayan podido conseguir hasta entonces, y eso me entristece.

 

Productos que podrían comercializarse con éxito nunca llegarán al mercado, personas que estarían encantadas con lo que produces nunca tendrán ocasión de conocerlo, mercados interesantes que jamás sabrán de tu marca…todo porque en un instante dado tomaste una decisión en vez de otra, la mayor parte de las ocasiones por temor.

 

Dicen que lo contrario de «valentía» no es «cobardía», sino «conformismo», y quizás sea cierto. Porque los que realmente cambian las cosas y hacen lo que otros no se atreven son valientes, superan sus miedos y su conformismo para conseguir lo que están convencidos de que será bueno para su organización.

 

La próxima vez que se presente ante ti la oportunidad de decidir algo importante para tu negocio, antes de que los temores y dudas se presenten, intenta visualizar lo que te gustaría conseguir.

 

Si eres capaz de verlo, serás capaz de hacerlo. Esta vez…¡Atrévete!

 

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